Entrada a la pista forestal en la que año si y año también acabo yendo a coger setas. Está en Erro y pocas indicaciones más daré ;). Este camino me lo enseñaron en casa y mi hermana le llama el camino del árbol, en los álbumes de fotos familiares hay más de una foto de nosotros dos subidos en él. En su día dejamos de ir a este camino porque se hizo una limpia, retirando gran parte de sotobosque y madera de pino (ramas y arboles caídos) podrida, lo que quitó todo el salvajismo para convertilo en una pista de parque.
Años después de nuestras primeras visitas el árbol sigue igual, ni ha crecido ni ha envejecido, tal vez tenga algo más de musgo en su corteza, y solo tal vez, es posible que sea mi recuerdo el variado y no el árbol.
Pues bien, el 2009, año bendito para seteros, me encuentro que tras varias incursiones (con mi padre unas, con mi primo otras) durante la segunda quincena de octubre no cogí nada. Un robellón, contado, nada más, increíble. Claro, en noviembre que yo ya no podía ir, las setas salían por castigo, donde fuese. Más vale que en casa sobraron en más de una o dos... o tres ocasiones y me racionaron sobras.
Bueno, pues esta entrada está dedicada a mi hermanita María y su nostálgico recuerdo del árbol. Que seguro que hace años que no ve.