Aunque no ha empezado el otoño (equinocio de otoño, el 22 de septiembre) si ha acabado el verano. Los bosques rebosan vida y los animales de la campiña afilan dientes ante la explosión de alimento que se avecina.
Anteayer fui al monte, acompañando a mi padre (perteneciente a la fauna autóctona, depredadora de hongos y setas) a pasear y aumentar mi conocimiento de lugares donde abastecerme para pasar el duro invierno. El lugar elegido fue el monte Gorramendi. Tras la mañana de paseo, me sorprendió la multitud de pistas que atraviesan las faldas de la montaña, principalmente debido a las explotaciones ganaderas que utilizan las parcelas para el forraje.
Así como en otras entradas a la bitácora he hecho una minuciosa explicación de como acceder a los lugares descritos, entiendo que aquí no es necesario, ya que toda la región está atravesada por infinidad de caminos que hacen de la misma un pequeño laberinto sin una ruta principal. Solo diré que nosotros accedimos desde el pueblo de Ordoki pero tras revisar la zona en googlemap, es cierto que toda la zona es una tela de araña de caminos y pistas forestales.
Básicamente nos encontraremos con masas de arbolado caducifolio: robles (tanto autóctonos como americanos), castaños y avellanos, separadas por caminos y prados. En los claros y descampados tiende a crece helecho. Estas características son idóneas para la aparición de hongos durante todo el año, siempre que las lluvias hagan acto de presencia.
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Paisaje de la zona |
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Cuando sepa el nombre o tipo de hongo lo etiquetaré, por el momento solo puedo describirlo como hongos macizos, del tamaño de una manzana, sin pie (claro que tendrá pie, pero no es perceptible) y al cortar da una apariencia de filete (ya que su interior es rojo ocre y las capas externas blanquecinas como grasa). Y apenas sale de la tierra |
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La competencia |
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Más competencia |